Cuando pensamos en los deportes que han resistido la prueba del tiempo, el atletismo destaca como uno de los más antiguos y universales. Con raíces que se remontan a miles de años atrás, la historia del atletismo es, en gran parte, la historia misma del ser humano en su búsqueda por superar límites físicos y emocionales. Más que un simple conjunto de disciplinas, el atletismo encarna la esencia de la competencia, la perseverancia y la excelencia deportiva.
A lo largo de este artículo, recorreremos ocho momentos esenciales que moldearon el atletismo tal como lo conocemos hoy.
Tabla de Contenidos
1. Orígenes en la Antigua Grecia: el nacimiento del atletismo organizado
El origen del atletismo como práctica organizada se remonta a los albores de la civilización occidental, concretamente a la Antigua Grecia, donde la actividad física y la competencia corporal no solo formaban parte de la vida cotidiana, sino que se vinculaban íntimamente con la religión, la política y la filosofía. Fue alrededor del año 776 a.C. cuando se celebraron los primeros Juegos Olímpicos conocidos, en la ciudad de Olimpia, en honor al dios supremo del panteón griego, Zeus. Este evento marcó el punto de partida de una tradición que cambiaría la manera en que las sociedades concebían el deporte.
En aquellos primeros Juegos Olímpicos, el “stadion” fue la única prueba disputada. Consistía en una carrera a pie de aproximadamente 192 metros —la longitud del estadio de Olimpia— y requería una combinación de velocidad, resistencia y técnica. La importancia de esta prueba era tal que el vencedor del “stadion” daba su nombre a toda la olimpiada, lo cual habla del prestigio y reconocimiento social que se confería a los atletas en la antigua Grecia.
Con el tiempo, el programa de los Juegos se fue ampliando con otras pruebas que hoy forman parte esencial del atletismo moderno, como el salto de longitud, el lanzamiento de disco, el lanzamiento de jabalina y la carrera de hoplitódromos (con armadura y escudo). Todas estas disciplinas tenían una raíz práctica: imitaban habilidades necesarias para la guerra o la caza, es decir, eran extensiones naturales de las destrezas requeridas para la supervivencia en un mundo hostil.
Más allá del rendimiento físico, los Juegos tenían un carácter sagrado. Se celebraban cada cuatro años y su realización implicaba una tregua panhelénica, un alto al fuego temporal entre las polis griegas enfrentadas, para que los atletas pudieran viajar y competir en paz. Esta interrupción de los conflictos armados en nombre del deporte revela el valor espiritual que los griegos atribuían al atletismo: era un acto de devoción, un ritual de excelencia humana que debía rendirse ante los dioses.
El atleta, por lo tanto, no era solo un individuo fuerte y hábil, sino también un símbolo de armonía entre cuerpo y mente, una encarnación del ideal helénico de “kalokagathía”, que unía lo bello y lo bueno. Los vencedores olímpicos eran tratados como héroes: regresaban a sus ciudades entre vítores, se les erigían estatuas y se les otorgaban privilegios económicos y políticos. La gloria alcanzada en la pista o el campo se proyectaba sobre toda su comunidad.
Así, en este contexto profundamente simbólico, se fue gestando lo que hoy entendemos por atletismo. No era un simple pasatiempo, ni una práctica marginal, sino un pilar fundamental de la cultura griega, que valoraba tanto la competencia justa como la superación individual. Desde este núcleo originario, el atletismo se convirtió en una expresión codificada del espíritu humano, una manifestación ordenada del esfuerzo, la preparación y la destreza física, cuya influencia seguiría viva siglos después.

2. El atletismo en el Imperio Romano y su posterior declive: Historia del atletismo
Con la consolidación del Imperio Romano, la práctica del atletismo heredada de Grecia sufrió importantes transformaciones. Aunque Roma adoptó muchas costumbres helénicas, incluyendo ciertas manifestaciones deportivas, el enfoque que los romanos dieron al espectáculo físico fue radicalmente diferente. Mientras que en Grecia el deporte estaba vinculado a la exaltación del individuo y a los ideales filosófico-religiosos, en Roma predominaba el carácter lúdico, masivo y muchas veces brutal del entretenimiento colectivo.
Los romanos tenían un gusto marcado por los espectáculos de gran escala: las carreras de cuadrigas en el Circo Máximo, las luchas de gladiadores en el Coliseo y las recreaciones de batallas navales. En este contexto, las competiciones atléticas como las carreras a pie, los lanzamientos o los saltos, comenzaron a perder protagonismo frente a espectáculos más dramáticos y sangrientos, diseñados para asombrar a las multitudes y reforzar el poder del emperador.
Aun así, ciertos vestigios del atletismo griego sobrevivieron durante un tiempo. En algunas regiones del Imperio, especialmente en las provincias orientales, se mantuvieron competiciones deportivas inspiradas en los antiguos Juegos Olímpicos. Sin embargo, con el paso del tiempo, estas actividades fueron siendo desplazadas por prácticas menos centradas en el rendimiento atlético puro y más orientadas al espectáculo y la dominación. (Historia del atletismo)
El declive definitivo llegó con la caída del Imperio Romano de Occidente en el siglo V. La inestabilidad política, el colapso de las estructuras urbanas y el dominio de una nueva cosmovisión —la cristiana— marcaron el fin de una era en la que el cuerpo había sido celebrado como símbolo de perfección y virtud. En la Edad Media, la práctica sistemática del deporte fue, en gran medida, marginada o reinterpretada bajo una lógica distinta. La actividad física ya no se promovía como vía de excelencia personal, sino que se asociaba con lo mundano o incluso con lo pecaminoso.
Durante siglos, el atletismo, como lo conocieron los griegos y, en menor medida, los romanos, desapareció de los registros formales. Los torneos caballerescos, las competencias rurales y ciertos juegos populares mantuvieron vivo el espíritu competitivo en algunas regiones, pero sin una estructura definida ni una intención pedagógica clara. Fue necesario esperar hasta el Renacimiento, con su revalorización del cuerpo y el redescubrimiento de los textos clásicos, para que el interés por el ejercicio físico —y el atletismo en particular— comenzara a resurgir.
3. El resurgimiento en el siglo XIX: el atletismo moderno toma forma
La modernización del atletismo tuvo lugar en el contexto de profundos cambios sociales, científicos y culturales durante el siglo XIX. En Gran Bretaña, cuna de muchas disciplinas deportivas contemporáneas, se empezó a consolidar una visión del deporte como herramienta de formación del carácter, disciplina personal y cohesión social. En este escenario, el atletismo emergió como una práctica educativa y competitiva, recuperando algunos de los principios que lo habían distinguido en la antigüedad.
Las universidades británicas, en particular Oxford y Cambridge, desempeñaron un papel central en este proceso. En 1864, estas dos instituciones celebraron el primer encuentro atlético interuniversitario registrado, un evento que incluyó pruebas como carreras de velocidad, salto de longitud y lanzamiento de peso. Fue un hito decisivo, ya que no solo institucionalizó la competencia atlética, sino que también introdujo el rigor en la medición de resultados y la formulación de reglas claras.
Este nuevo enfoque académico y estructurado permitió que el atletismo pasara de ser una actividad recreativa esporádica a una disciplina reglamentada, con estándares de participación y criterios objetivos de evaluación. Se fundaron clubes deportivos, se establecieron federaciones nacionales y se crearon calendarios de competición. El atletismo empezaba a configurarse como un sistema organizado, capaz de producir y comparar rendimientos de manera científica.
Además, el auge del empirismo y la revolución industrial introdujeron nuevas tecnologías y metodologías para medir el rendimiento humano. Cronómetros más precisos, pistas uniformes, implementos estandarizados: todo esto permitió que las marcas atléticas fueran cuantificables y comparables, promoviendo un espíritu competitivo que trascendía fronteras y generaciones. (Historia del atletismo)
La influencia del atletismo británico pronto se expandió a otras regiones de Europa y del mundo, especialmente a través del sistema educativo y militar. La promoción del ejercicio físico como parte de la formación integral de la juventud fue clave para que las disciplinas atléticas encontraran un espacio en las escuelas y academias. A su vez, los encuentros deportivos internacionales comenzaron a ganar prestigio, preparando el terreno para la resurrección de los Juegos Olímpicos en 1896.
De esta manera, el atletismo moderno no solo revivió la esencia de las competencias de la Antigua Grecia, sino que incorporó los valores del mundo contemporáneo: meritocracia, equidad, objetividad y universalidad. A partir del siglo XIX, el atletismo dejó de ser un eco lejano del pasado para convertirse en una práctica viva, con capacidad de evolucionar, de integrar nuevas pruebas y de reflejar los cambios sociales, culturales y tecnológicos de su tiempo.
4. La creación de los Juegos Olímpicos modernos (1896): Historia del atletismo
La historia del atletismo dio un giro monumental en el último tramo del siglo XIX, cuando una visión nostálgica del pasado clásico se transformó en uno de los proyectos deportivos más ambiciosos de la modernidad: la restauración de los Juegos Olímpicos. Esta iniciativa fue impulsada por Pierre de Coubertin, un noble francés educador y reformista, profundamente convencido de que el deporte podía desempeñar un papel clave en la formación moral y física de la juventud.
Coubertin no sólo admiraba la antigua Grecia por su ideal de armonía entre cuerpo y espíritu, sino que también veía en el deporte una herramienta para fomentar la paz entre las naciones. Tras varios años de esfuerzo diplomático y organización, logró concretar su sueño. En abril de 1896, la ciudad de Atenas —cuna de los Juegos originales— fue testigo del nacimiento de los primeros Juegos Olímpicos modernos.

El atletismo tuvo un rol protagónico en aquel renacimiento deportivo. Disciplinas como el salto de longitud, el lanzamiento de disco, las carreras de velocidad y la maratón fueron incluidas en el programa inaugural, reuniendo a más de 60 atletas de 13 países. La maratón, en particular, capturó la imaginación del público: inspirada en la leyenda del soldado Filípides, quien corrió desde Maratón hasta Atenas para anunciar la victoria sobre los persas, se convirtió en la competencia más emblemática del atletismo moderno.
El éxito de los Juegos Olímpicos de 1896 superó todas las expectativas. El entusiasmo popular, la cobertura mediática incipiente y la emoción generada por ver a atletas de distintas naciones compitiendo bajo un mismo ideal cimentaron el prestigio del evento. Más allá del espectáculo, los Juegos sirvieron como una plataforma de legitimación internacional para el atletismo, que pasó de ser una práctica nacional o universitaria a convertirse en un fenómeno global. (Historia del atletismo)
Esta edición inaugural no solo marcó el inicio de una tradición que perdura hasta nuestros días, sino que también motivó la creación de comités olímpicos nacionales, federaciones deportivas y sistemas de entrenamiento más sofisticados. El atletismo, con sus raíces milenarias, encontró en los Juegos Olímpicos modernos el escenario ideal para consolidar su renacimiento y proyectarse hacia el futuro como el corazón palpitante del deporte mundial.
5. La fundación de la IAAF (1912)
Mientras los Juegos Olímpicos se consolidaban como el evento deportivo por excelencia, surgía la necesidad urgente de crear una organización que regulara de manera uniforme las competencias de atletismo a nivel internacional. Las diferencias en reglas, la falta de criterios unificados para validar récords y la creciente complejidad de los torneos transnacionales hacían evidente la importancia de contar con una autoridad central.
Fue así como en 1912, durante los Juegos Olímpicos celebrados en Estocolmo, representantes de 17 países fundaron la International Amateur Athletic Federation (IAAF), con el objetivo explícito de establecer estándares globales y garantizar la equidad en la competencia atlética. Desde su sede original en Mónaco, la IAAF asumió desde el principio un rol normativo crucial. (Historia del atletismo)
La creación de este organismo permitió codificar reglamentos, establecer el calendario internacional y comenzar la homologación de marcas y récords mundiales. Gracias a la IAAF, por ejemplo, se pudo garantizar que una carrera de 100 metros se corriera en condiciones comparables, sin importar si era en París, Nueva York o Tokio.
Además, la federación asumió el compromiso de preservar el espíritu amateur del atletismo, un principio que dominó la primera mitad del siglo XX. En sus primeros años, la IAAF trabajó intensamente para erradicar el profesionalismo en las competiciones, aunque más tarde esta postura evolucionaría, adaptándose a las nuevas realidades del deporte de alto rendimiento.
Uno de los grandes logros de la IAAF fue la creación del Campeonato Mundial de Atletismo, cuya primera edición se celebró en 1983 en Helsinki. Este evento, nacido como complemento a los Juegos Olímpicos, permitió ofrecer una vitrina exclusiva para los atletas de pista y campo, con una frecuencia bianual que aumentó la visibilidad y competitividad del deporte. (Historia del atletismo)
En 2019, la organización cambió su nombre a World Athletics, reflejando una nueva era de inclusión, tecnología y profesionalismo. No obstante, su legado fundacional permanece intacto: establecer un marco ético, técnico y organizativo para que el atletismo florezca como uno de los deportes más universales, justos y espectaculares del planeta.
6. La inclusión de las mujeres en el atletismo competitivo: Historia del atletismo
Durante gran parte de la historia del atletismo organizado, las mujeres estuvieron excluidas de la competencia oficial, marginadas por prejuicios sociales, científicos y religiosos que cuestionaban su capacidad física y moral para participar en deportes exigentes. Sin embargo, la lucha por la equidad de género logró abrir brechas incluso en los escenarios más conservadores del deporte.
Fue en los Juegos Olímpicos de Ámsterdam, en 1928, cuando por primera vez se incluyeron competencias femeninas de atletismo en el programa olímpico. Las mujeres compitieron en cinco pruebas: 100 metros planos, 800 metros, relevos 4×100, salto de altura y lanzamiento de disco. Este avance, aunque limitado, representó un hito en la historia del deporte femenino y en el proceso de transformación cultural del siglo XX. (Historia del atletismo)
La inclusión no estuvo exenta de polémica. La carrera de 800 metros, por ejemplo, fue eliminada durante varias décadas tras críticas que afirmaban que las atletas terminaron exhaustas, alimentando la narrativa de que las mujeres no podían soportar el esfuerzo físico de pruebas largas. Estos argumentos, basados en estereotipos de género más que en evidencia médica, reflejaban las resistencias profundas que enfrentaban las pioneras del atletismo femenino.
A pesar de estas trabas, las mujeres siguieron avanzando. En las décadas siguientes, figuras como Babe Didrikson, Mildred McDaniel, y Wilma Rudolph empezaron a ganar notoriedad mundial por sus hazañas deportivas. Sin embargo, fue Fanny Blankers-Koen, en los Juegos de Londres de 1948, quien rompió definitivamente con los moldes tradicionales. Apodada “la ama de casa voladora”, esta atleta neerlandesa ganó cuatro medallas de oro en pruebas de velocidad y vallas, desafiando no solo las marcas cronográficas, sino también los roles sociales que limitaban a las mujeres al ámbito doméstico.
La evolución del atletismo femenino ha sido sostenida y contundente. En 1984, se incluyó por primera vez la maratón femenina en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles, y en 2008 se añadió la última prueba pendiente: los 3.000 metros con obstáculos. Actualmente, todas las disciplinas tienen sus versiones femeninas y los récords alcanzados por las mujeres son celebrados con el mismo entusiasmo que los masculinos.
7. Récords legendarios que redefinieron el atletismo
Algunos momentos históricos quedaron grabados para siempre gracias a actuaciones sobresalientes. Por ejemplo, el salto de Bob Beamon en México 1968, que superó el récord de salto de longitud por casi medio metro, sigue siendo uno de los logros más impresionantes de la historia.
También Usain Bolt, el velocista jamaicano, redefinió la velocidad humana al establecer récords mundiales en los 100 y 200 metros que todavía hoy asombran al mundo.
Estos hitos no solo representan avances deportivos, sino también testimonios de la capacidad humana para ir más allá de los límites percibidos.
8. El atletismo en el siglo XXI: innovación y profesionalización
Hoy, el atletismo continúa evolucionando gracias a los avances tecnológicos, las nuevas metodologías de entrenamiento y una creciente conciencia sobre la salud y el bienestar de los atletas.
La profesionalización ha permitido que atletas de todos los rincones del planeta compitan en igualdad de condiciones. Además, gracias a las transmisiones globales, los fanáticos pueden seguir eventos como los Juegos Olímpicos, los Mundiales de Atletismo y la Diamond League en tiempo real.
El atletismo también ha demostrado ser un motor para la inclusión social, la promoción de valores como la perseverancia, la honestidad y el trabajo en equipo, y un poderoso símbolo de unión global en tiempos de cambio.

Conclusión: Historia del atletismo
La historia del atletismo es la historia de la humanidad desafiando sus propios límites, buscando siempre saltar más alto, correr más rápido y llegar más lejos. Desde los antiguos Juegos Olímpicos hasta las modernas competencias internacionales, el atletismo ha evolucionado sin perder su esencia: el deseo inquebrantable de superación. Entender esta historia no solo enriquece nuestra comprensión del deporte, sino que también inspira a generaciones enteras a seguir luchando por sus sueños.
Preguntas frecuentes: Historia del atletismo
1. ¿Dónde y cuándo se originó el atletismo?
El atletismo se originó en la Antigua Grecia, alrededor del 776 a.C., en el contexto de los primeros Juegos Olímpicos.
2. ¿Qué eventos formaban parte del atletismo antiguo?: Historia del atletismo
Incluían carreras a pie, lanzamientos de disco y jabalina, salto de longitud y lucha libre.
3. ¿Cuándo comenzaron a competir las mujeres en atletismo?
Las mujeres comenzaron a competir en atletismo en los Juegos Olímpicos de Ámsterdam en 1928.
4. ¿Qué organismo regula las competencias de atletismo a nivel mundial?: Historia del atletismo
World Athletics (anteriormente IAAF) es el organismo encargado de supervisar el atletismo mundial.
5. ¿Qué importancia tiene el atletismo hoy en día?
El atletismo sigue siendo un deporte fundamental en los Juegos Olímpicos y representa valores universales como la perseverancia, la excelencia y la igualdad.
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