El origen de los gatos ha fascinado a científicos, historiadores y amantes de los felinos durante siglos. Aunque hoy los vemos como miembros de la familia o estrellas de internet, su historia está marcada por un proceso de domesticación tan misterioso como gradual. En este artículo, exploraremos las raíces evolutivas del gato, su relación con las antiguas civilizaciones y cómo pasaron de cazar ratones en graneros a dormir plácidamente en nuestras camas.
Tabla de Contenidos
El ancestro salvaje: ¿de dónde vienen los gatos domésticos?
Para entender verdaderamente el origen del gato que hoy se enrosca plácidamente sobre nuestro sofá o nos sigue con pasos sigilosos por el pasillo, debemos mirar más allá de nuestras casas, y más allá incluso de nuestra historia escrita. El gato doméstico moderno, conocido científicamente como Felis catus, tiene sus raíces en un linaje salvaje que se remonta miles de años atrás, en tierras áridas y desérticas.
Gracias a los avances en la genética comparativa, hoy se sabe que todos los gatos domésticos del mundo comparten un antepasado común. Los estudios del ADN mitocondrial realizados por científicos en múltiples regiones han apuntado claramente a una sola fuente de domesticación: el Felis lybica, también conocido como gato salvaje africano. A diferencia de los lobos, que fueron domesticados en un proceso intencionado por los humanos para convertirse en perros, los gatos eligieron acercarse a nosotros por iniciativa propia, lo cual marca un rasgo fundamental en su historia.
Características del Felis lybica
Este discreto pero eficiente cazador vivía —y aún vive— en regiones áridas del norte de África y Medio Oriente, incluyendo zonas desérticas de Egipto, Libia, Irak e Irán. Su adaptación a estos climas extremos fue clave para su supervivencia y posterior domesticación.
Entre sus características más destacadas se encuentran:
- Vivía en regiones áridas del norte de África y Medio Oriente: Su pelaje corto, de tonos arenosos, lo camuflaba perfectamente en ambientes desérticos, lo que lo convertía en un depredador casi invisible a los ojos de sus presas.
- Tenía un comportamiento solitario y nocturno: El Felis lybica no era un animal social. Prefería moverse solo, con sigilo, en las horas más frescas del día —principalmente al anochecer y al amanecer—, lo que también ayudó a que pasara desapercibido durante siglos.
- Se alimentaba principalmente de pequeños roedores y aves: Su dieta lo hizo especialmente útil para los primeros asentamientos humanos, que comenzaron a almacenar grano. La proliferación de ratas y ratones atrajo a estos gatos salvajes, creando así el primer puente entre ambas especies.
- Era ágil, silencioso y muy territorial: Estas cualidades lo convertían en un cazador eficiente. Su agudo sentido del oído y de la vista, junto con su andar sigiloso, hacían de él un depredador ideal para mantener a raya a las plagas.

Pero lo verdaderamente revolucionario de este animal es que no fue domesticado a la fuerza, como ocurrió con muchas otras especies. El Felis lybica se acercó voluntariamente a los humanos, atraído por dos factores esenciales: la abundancia de alimento (granos que atraían ratones) y la seguridad relativa que ofrecían los asentamientos agrícolas. Por su parte, los humanos comenzaron a tolerar su presencia y luego a favorecerla, al notar su efecto positivo en el control de plagas.
Este pacto silencioso entre especie y especie marcó el inicio de una de las relaciones más estables del mundo animal.
Primeros indicios de domesticación felina
Aunque muchos asocian la domesticación del gato con el Antiguo Egipto, la evidencia arqueológica nos lleva aún más atrás en el tiempo. La domesticación felina no fue un evento repentino, sino un proceso largo y gradual, donde el contacto frecuente con los humanos dio lugar a un cambio tanto en el comportamiento como en la biología de los felinos silvestres.
La mayoría de los indicios apuntan hacia un momento clave: hace unos 9.000 años, durante el Neolítico, periodo en el cual el ser humano dejó atrás la vida nómada y comenzó a asentarse, cultivar la tierra y almacenar alimentos. Esta transformación se produjo principalmente en una región que cambiaría para siempre la historia de los gatos: la Media Luna Fértil.
Hallazgos clave
Uno de los hallazgos más fascinantes en el estudio de esta domesticación temprana se produjo en el año 2004, cuando un equipo de arqueólogos franceses descubrió en Chipre un enterramiento singular. En una tumba que data aproximadamente del año 7500 a.C., se encontró un esqueleto humano acompañado por el de un gato joven, cuidadosamente colocado a tan solo 40 centímetros de distancia, con orientación similar y en la misma capa de sedimento.
Este hallazgo resulta extraordinario por varias razones:
- Esto indica una relación emocional o simbólica entre ambos, mucho antes de la aparición de los gatos en el Antiguo Egipto: El hecho de que el gato no fuera simplemente arrojado en la tumba como un desecho, sino que fuera sepultado junto al humano, sugiere un vínculo más allá de lo funcional. Muy posiblemente, ese gato fue una mascota o un compañero cercano para quien fue enterrado.
- Este descubrimiento demuestra una conexión más profunda entre humanos y gatos de lo que se creía hasta entonces. Hasta ese momento, se pensaba que la domesticación del gato había comenzado en Egipto unos 4.000 años más tarde. Pero esta tumba de Chipre cambió esa narrativa.
- Que los gatos fueran transportados a islas también implica un valor social elevado. Los felinos no llegaron a Chipre por sí solos; debieron ser llevados por los humanos en embarcaciones, lo que sugiere que ya eran lo suficientemente importantes como para viajar junto con la comunidad humana. Ningún agricultor primitivo cargaría con un animal inútil a través del mar.
- Este vínculo temprano sugiere que el gato fue domesticado más de una vez: Aunque el linaje genético señala al Felis lybica como el antepasado común, es posible que distintas comunidades en diversas regiones hayan empezado a domesticar gatos de manera independiente.
En este contexto, la domesticación felina puede entenderse como un fenómeno compartido por varias culturas simultáneamente, no como un evento único y localizado. En otras palabras, fue una respuesta natural a las nuevas condiciones de vida: donde había granos, había ratones; y donde había ratones, había gatos… y humanos dispuestos a hacerles un lugar.
El papel de los gatos en las primeras civilizaciones
Egipto: el culto al felino
Si hay una civilización que marcó un antes y un después en la relación entre humanos y gatos, esa fue sin duda el Antiguo Egipto. En ningún otro lugar del mundo antiguo los gatos gozaron de un estatus tan elevado. Su rol iba mucho más allá del pragmatismo: los felinos se convirtieron en símbolos religiosos, guardianes espirituales y miembros sagrados del hogar.
Desde el Imperio Antiguo (alrededor del 2.600 a.C.), los egipcios comenzaron a vincular a los gatos con la diosa Bastet, una figura con cuerpo humano y cabeza de gato, encargada de proteger los hogares, promover la fertilidad, asegurar la armonía y custodiar el orden doméstico. Así, el gato dejó de ser solo un cazador útil de ratas para convertirse en una figura divina.
En el día a día egipcio, los gatos eran:
- Venerados como encarnaciones de dioses, especialmente Bastet: Se les ofrecían alimentos, cuidados y rituales. En muchos hogares, había estatuillas dedicadas a ellos como símbolos de protección.
- Utilizados para controlar plagas en graneros y hogares: El control de ratones y serpientes era vital en una civilización agrícola como la egipcia, donde los excedentes de grano eran sagrados. El gato era un aliado silencioso pero indispensable.
- Considerados símbolos de protección y fertilidad: Bastet también representaba la feminidad, la maternidad y el gozo. Tener gatos en casa era señal de buen augurio, y se creía que traían equilibrio y paz.
- Momificados y enterrados con honores: La práctica de momificar gatos era frecuente, tanto como ofrenda religiosa como acto de afecto. Se han hallado enormes cementerios de gatos momificados, especialmente en Bubastis, la ciudad santa de Bastet.
Además, el comercio egipcio ayudó a expandir los gatos por el Mediterráneo, llevándolos a puertos griegos, fenicios y romanos. Muchas veces, los gatos eran llevados a bordo de los barcos para proteger las provisiones de roedores, y así, sin proponérselo, fueron conquistando el mundo antiguo.
Grecia y Roma
Tras su salida de Egipto, los gatos encontraron en Grecia y Roma nuevas tierras que conquistar, aunque en estos casos, sin el mismo nivel de devoción. Para los griegos, el gato era una criatura grácil, inteligente y misteriosa, pero no una deidad. Lo apreciaban por su capacidad para mantener alejados a los ratones de los hogares y los almacenes de cereales, aunque también por su elegancia y comportamiento casi filosófico.
En Roma, el enfoque fue aún más práctico. Los romanos valoraban a los gatos como guardianes de las despensas, y su presencia era común en villas, tabernas y zonas rurales. En mosaicos, pinturas y textos latinos, los gatos aparecen representados como animales discretos, ágiles y observadores, cualidades muy apreciadas por la sociedad romana.
A pesar de su rol funcional, el gato fue lentamente ganando terreno como animal de compañía. No alcanzaron la divinidad egipcia, pero sí lograron respeto y admiración. Gracias al poder expansivo del Imperio romano, los gatos viajaron a través de Europa, estableciendo las primeras poblaciones felinas en territorios como Hispania, Galia y Britania.
Expansión global del gato doméstico
El recorrido del gato por el mundo no fue accidental. A través de rutas comerciales, conquistas, migraciones y exploraciones, los felinos se adaptaron a cada nuevo entorno con una facilidad sorprendente. A diferencia de otros animales domesticados, que dependían completamente de los humanos, el gato lograba sobrevivir y prosperar incluso sin supervisión directa.

Asia
En el vasto continente asiático, los gatos fueron recibidos con buena fortuna. En China, eran considerados guardianes de los libros y aliados de los monjes. Se decía que mantenían alejados a los malos espíritus y que su presencia traía armonía al hogar.
En Japón, su presencia tomó un giro más simbólico y cultural. Allí nació el Maneki-neko, conocido como el gato que saluda, una figura que se convirtió en ícono de prosperidad. Se le suele representar levantando una pata en señal de bienvenida, y es común verlo en tiendas, restaurantes y hogares como amuleto de buena suerte. Se cree que atrae fortuna, clientes y protección.
Europa medieval
El paso a la Edad Media europea marcó una etapa turbulenta para los gatos. Aunque seguían siendo útiles para el control de plagas, su relación con lo misterioso y lo nocturno los convirtió en blanco de supersticiones.
En algunos contextos, se los vinculó con la brujería, especialmente a los gatos negros, considerados compañeros de las hechiceras. Esta creencia llevó a su persecución y exterminio en muchas regiones, especialmente durante los siglos XIII al XV.
La paradoja felina es que mientras se los destruía por superstición, se los necesitaba desesperadamente para frenar la expansión de ratas, portadoras de enfermedades como la peste bubónica. La reducción de la población de gatos en Europa se asocia con el agravamiento de la peste, al permitir que los roedores se multiplicaran sin control.
Edad Moderna
Durante la Edad Moderna, especialmente tras las crisis sanitarias, los gatos comenzaron a recuperar su reputación. Su eficacia probada contra las ratas, un enemigo común en las ciudades europeas, los devolvió a los hogares como aliados valiosos. En las casas urbanas, granjas y barcos mercantes, su presencia se volvió indispensable.
Se puede decir que en esta época volvieron a ocupar un lugar socialmente respetado, aunque sin alcanzar aún el grado de mascota mimada que conocemos hoy.
América
Los colonizadores europeos llevaron gatos a América durante los siglos XV y XVI. Inicialmente, iban a bordo de los navíos para mantener bajo control a los roedores. Pero una vez en tierra firme, se adaptaron a los nuevos ecosistemas, desde los campos agrícolas hasta las ciudades en formación.
En poco tiempo, los gatos se integraron como animales de granja, compañía y control de plagas. En zonas rurales, eran indispensables; en zonas urbanas, se volvieron parte del paisaje cotidiano. A través de América del Norte, Central y del Sur, el gato logró establecerse con éxito, conquistando continente por continente.
Domesticación parcial: ¿realmente son animales domésticos?
El debate sobre el grado de domesticación del gato sigue vigente en la actualidad. Aunque es común llamarlos animales domésticos, muchos etólogos y genetistas sostienen que los gatos nunca fueron completamente domesticados.
Su comportamiento lo evidencia:
- Son cazadores independientes: A diferencia de los perros, que han perdido parte de sus habilidades cazadoras, los gatos siguen atrapando presas con precisión milimétrica. No solo lo hacen por hambre, sino también por instinto.
- No han perdido del todo su instinto territorial: Los gatos siguen marcando con feromonas, patrullan su espacio, y en muchos casos rechazan cambios en su entorno. Incluso en casas pequeñas, delimitan “zonas” propias.
- Pueden vivir sin humanos si es necesario: A diferencia de muchas razas de perro que no sobrevivirían sin ayuda humana, los gatos pueden formar colonias ferales y adaptarse rápidamente a la vida silvestre. Esto se ha visto en casi todos los países donde hay gatos asilvestrados.
- No responden al entrenamiento como los perros: Aunque algunos gatos pueden aprender trucos o acudir cuando se les llama, su cooperación es limitada y depende más del vínculo individual que de una sumisión aprendida.
Por todas estas razones, algunos expertos los consideran “semi domesticados”. En términos biológicos, esto significa que han evolucionado junto al ser humano, pero sin perder su autonomía. No son completamente dependientes, y su naturaleza sigue siendo en muchos aspectos la de un cazador solitario y autosuficiente.
La evolución del gato moderno
Diversidad de razas
A diferencia de los perros, cuya diversidad morfológica es enorme, la variedad entre razas de gatos es más reciente y moderada. La cría selectiva de gatos comenzó formalmente en el siglo XIX.
Entre las razas más conocidas están:
- Persa: elegante y tranquilo.
- Siamés: vocal y afectuoso.
- Maine Coon: de gran tamaño y pelaje largo.
- Sphynx: sin pelo y muy sociable.
Todas estas razas descienden, genética y comportamentalmente, del antiguo gato africano.
Gatos urbanos y rurales
Hoy existen dos grandes grupos de gatos:
- Gatos domésticos: Viven dentro del hogar, dependen totalmente de los humanos.
- Gatos ferales: Nacen en la calle, no tienen contacto humano. Pueden formar colonias y sobrevivir por sus propios medios.
Ambos muestran una continuidad evolutiva entre lo salvaje y lo doméstico, lo que reafirma que el origen de los gatos sigue presente en su comportamiento diario.

Conclusión: El origen de los gatos
El origen de los gatos es un viaje que comenzó en las arenas del desierto africano y culminó en los hogares de millones de personas en todo el mundo. A diferencia de otros animales domesticados, los gatos eligieron convivir con los humanos, lo que les confiere una independencia única. Desde su rol en la agricultura hasta su simbolismo religioso y cultural, los gatos han recorrido un largo camino, pero siguen conservando esa esencia misteriosa que los hace tan especiales. Comprender su historia nos permite valorar aún más su presencia en nuestras vidas.
Preguntas frecuentes: El origen de los gatos
1. ¿De qué animal descienden los gatos domésticos?
Del Felis lybica, el gato salvaje africano, una especie solitaria que comenzó a convivir con humanos en la antigüedad.
2. ¿Cuándo fueron domesticados los gatos por primera vez?: El origen de los gatos
Hace aproximadamente 9.000 años, en el Medio Oriente, durante el desarrollo de las primeras sociedades agrícolas.
3. ¿Los egipcios fueron los primeros en tener gatos domésticos?
No exactamente. Fueron quienes más los veneraron, pero la domesticación ya había comenzado antes, como muestran hallazgos en Chipre.
4. ¿Por qué se considera que los gatos están semi domesticados?: El origen de los gatos
Porque aún conservan gran parte de su independencia y comportamiento natural, a diferencia de otros animales domesticados como los perros.
5. ¿Cómo llegaron los gatos a América?
Fueron introducidos por los europeos durante los viajes de colonización, especialmente como controladores de plagas en barcos.
Enlaces externos: El origen de los gatos
Temas relacionados: El origen de los gatos
- Historia de la domesticación animal
- Gatos en el Antiguo Egipto
- Gatos en la Edad Media
- Diferencias entre gatos salvajes y domésticos
- Comportamiento instintivo en gatos modernos
- Razas de gatos y sus orígenes
- Colonias felinas urbanas
- Gatos en la cultura popular
El origen de los gatos – El origen de los gatos – El origen de los gatos – El origen de los gatos – El origen de los gatos