La economía moderna no puede comprenderse sin un análisis profundo de la historia de la macroeconomía, una disciplina que se consolidó durante el siglo XX, pero cuyas raíces se remontan a varios siglos atrás. Desde los antiguos pensadores clásicos hasta los grandes teóricos contemporáneos, la evolución de la macroeconomía ha sido una historia de crisis, paradigmas, teorías revolucionarias y debates que moldearon nuestra forma de entender el funcionamiento de los países y los mercados globales.
La macroeconomía, en su sentido más amplio, se encarga del estudio de la economía en su conjunto. Analiza fenómenos agregados como la inflación, el desempleo, el crecimiento económico, el producto interno bruto (PIB), la política fiscal y monetaria, así como el comercio exterior. Pero esta rama de la ciencia económica no siempre existió con los mismos métodos ni objetivos. La historia de la macroeconomía es también la historia del pensamiento humano frente a los ciclos económicos, la riqueza y la pobreza.
En este artículo recorremos 8 momentos fundamentales en la historia de la macroeconomía, que explican cómo surgió esta disciplina, cómo evolucionó frente a los desafíos globales y qué pensadores marcaron sus principales transformaciones.
Tabla de Contenidos
Historia de la macroeconomía
1. Los orígenes clásicos: Adam Smith y la economía como ciencia (siglo XVIII)
El punto de inflexión en la historia de la economía como disciplina reconocida se sitúa en el siglo XVIII, en el corazón del pensamiento ilustrado europeo. Fue en 1776 cuando el economista y filósofo escocés Adam Smith publicó su obra más influyente: La riqueza de las naciones. Este texto no solo marcó un antes y un después en la forma de pensar los fenómenos económicos, sino que también sentó las bases para concebir la economía como una ciencia autónoma, capaz de explicar el funcionamiento de la sociedad a partir de principios racionales y sistemáticos.
Smith introdujo conceptos que hoy resultan familiares en cualquier introducción a la teoría económica: la división del trabajo, como mecanismo de aumento de la productividad; la mano invisible, como metáfora del equilibrio espontáneo del mercado a través de las decisiones individuales; y el libre comercio, como motor del crecimiento económico a través de la competencia y la especialización internacional. Estas ideas fueron radicales para su tiempo y establecieron una narrativa coherente sobre cómo operaban las economías sin necesidad de control gubernamental excesivo.
La escuela clásica, a la que más tarde se sumarían pensadores de la talla de David Ricardo, Jean-Baptiste Say y Thomas Malthus, adoptó y amplió los postulados de Smith. En este entorno intelectual, se desarrolló una visión económica centrada en los grandes agregados como el crecimiento económico, la acumulación de capital y la distribución de la renta, si bien el enfoque predominante seguía siendo microeconómico. Sin embargo, los análisis sobre salarios, renta, beneficios y producción aportaron una base teórica que sería esencial para el desarrollo posterior de la macroeconomía como campo diferenciado.
Smith ya hablaba del ingreso nacional y su forma de distribución entre los distintos factores de producción, lo que anticipa una de las principales preocupaciones de la macroeconomía actual. La idea de que el sistema económico podía estudiarse en su conjunto —en términos de producción agregada y rentas globales— comenzó a germinar en este período.
Los economistas clásicos creían fervientemente en la autorregulación de los mercados. Sostenían que cualquier desequilibrio sería corregido naturalmente por la interacción entre oferta y demanda. En este sentido, la intervención del Estado era vista como innecesaria o incluso contraproducente. Esta creencia en la capacidad autorreguladora del mercado dominaría el pensamiento económico durante más de cien años, moldeando políticas públicas e interpretaciones académicas por generaciones.

2. Marx y la crítica al capitalismo (siglo XIX): Historia de la macroeconomía
A medida que el capitalismo industrial se consolidaba en Europa y se evidenciaban sus efectos sociales, surgieron voces críticas que buscaban una comprensión más estructural y menos idealizada de los procesos económicos. En el siglo XIX, Karl Marx irrumpió en el panorama con una propuesta teórica radicalmente distinta, que analizaba la economía no desde el equilibrio, sino desde el conflicto.
Su obra principal, El Capital, publicada por primera vez en 1867, constituyó un análisis riguroso de las leyes internas del capitalismo, especialmente en lo que respecta a la acumulación de capital, la explotación laboral y las crisis cíclicas inherentes al sistema. Marx desarrolló una teoría económica basada en la idea de que el valor proviene del trabajo, y que los capitalistas se apropian de una parte del trabajo no remunerado de los trabajadores, lo que él denominó plusvalía.
Aunque el enfoque marxista no fue incorporado como parte del núcleo duro de la macroeconomía moderna, sus aportes tuvieron un eco profundo en la historia del pensamiento económico. Marx entendió la economía como una totalidad social estructurada, donde las relaciones de producción determinan las instituciones, los comportamientos y las crisis. Su aproximación histórica, dialéctica y materialista ofreció un contrapunto a las ideas liberales clásicas y sentó las bases para muchas teorías críticas del siglo XX.
Uno de los aportes más significativos de Marx fue la idea de que las economías capitalistas están condenadas a enfrentar crisis periódicas, debido a las contradicciones internas entre producción y consumo, capital y trabajo, inversión y rentabilidad. En lugar de ver al mercado como un sistema armónico, Marx lo interpretó como un campo de fuerzas en tensión permanente, donde los intereses de clase generan desequilibrios inevitables.
Además, su pensamiento sirvió como fundamento ideológico y técnico para la construcción de sistemas económicos alternativos, especialmente en los países que adoptaron el socialismo como modelo de desarrollo. En estos contextos, se aplicaron formas de planificación centralizada, como alternativa al libre mercado. Aunque muchas de estas experiencias no alcanzaron los resultados esperados, influyeron en el diseño de políticas económicas y en el debate global sobre el papel del Estado y del mercado en la economía.
Por todo esto, Marx no solo fue un crítico del capitalismo, sino también un pionero en abordar la economía desde una óptica global, estructural e histórica. Su influencia sigue siendo palpable en las corrientes heterodoxas que cuestionan las bases de la macroeconomía convencional.
3. La gran depresión y el nacimiento de la macroeconomía moderna (años 1930)
El surgimiento de la macroeconomía moderna como disciplina claramente diferenciada tiene su origen en un acontecimiento traumático y decisivo: la Gran Depresión de 1929. Esta crisis, que comenzó con el colapso de la bolsa de valores en Estados Unidos y se propagó rápidamente por todo el mundo, representó un desafío sin precedentes a las teorías económicas dominantes. Con niveles récord de desempleo, caídas estrepitosas en la producción industrial y un colapso del sistema financiero, quedó en evidencia que los mecanismos de autorregulación del mercado no eran suficientes para garantizar la estabilidad.
Fue en este contexto que emergió la figura de John Maynard Keynes, un economista británico cuya obra transformaría la disciplina. En 1936, publicó Teoría general del empleo, el interés y el dinero, texto que rompió con la ortodoxia clásica y propuso una nueva forma de entender los fenómenos económicos a gran escala.
Keynes argumentó que el desempleo masivo no era simplemente el resultado de salarios demasiado altos o rigideces del mercado laboral, como sostenían los economistas clásicos, sino de una insuficiencia crónica de demanda agregada. En otras palabras, cuando los consumidores y las empresas no gastan lo suficiente, la economía se estanca, y no hay garantía de que el sistema se recupere por sí solo.
Para contrarrestar estas situaciones, Keynes propuso una intervención activa del Estado mediante políticas fiscales expansivas: aumentar el gasto público y reducir impuestos para estimular la demanda, generar empleo y reactivar la producción. Este enfoque fue revolucionario y cambió la manera en que los gobiernos abordaban las crisis económicas. Dejó atrás la confianza ciega en la mano invisible del mercado y colocó al Estado en el centro de la gestión macroeconómica.
El keynesianismo dio origen a los primeros modelos macroeconómicos de equilibrio general, que buscaban explicar de forma integrada cómo interactúan el mercado de bienes, el mercado laboral y el mercado monetario. Este enfoque permitió entender los ciclos económicos, el papel del consumo, la inversión y las expectativas, así como la importancia de la política monetaria y fiscal.
4. La síntesis neoclásica y la formalización de la macroeconomía (años 1950-1960): Historia de la macroeconomía
En el contexto del crecimiento económico sostenido de la posguerra, y con el recuerdo aún fresco de la Gran Depresión, la comunidad académica y política se volcó en encontrar un marco teórico robusto para comprender y gestionar la economía en su conjunto. Fue así como, a partir de la década de 1950, se consolidó la llamada síntesis neoclásica, una corriente que fusionó los principios del keynesianismo con los métodos analíticos y la estructura lógica de la teoría neoclásica.
Figuras destacadas como Paul Samuelson, John Hicks y Franco Modigliani encabezaron este movimiento intelectual que se propuso formalizar los conceptos macroeconómicos de Keynes mediante herramientas matemáticas rigurosas. Esta formalización permitió construir modelos predictivos, cuantificables y aplicables a distintas situaciones económicas, lo que facilitó su adopción por gobiernos, bancos centrales y organismos internacionales.
Una de las principales innovaciones de esta etapa fue la introducción de marcos analíticos como el modelo IS-LM, desarrollado por John Hicks. Este modelo representaba el equilibrio simultáneo entre el mercado de bienes (curva IS) y el mercado monetario (curva LM), y se convirtió en una de las herramientas centrales para explicar el efecto de la política fiscal y monetaria sobre variables como el producto y la tasa de interés.

Del mismo modo, el modelo de oferta y demanda agregada emergió como un pilar fundamental en la enseñanza de la macroeconomía. Este modelo permitía analizar el comportamiento conjunto de los precios y la producción, así como los efectos de distintos choques económicos. Su simplicidad conceptual y poder explicativo lo convirtieron en un estándar en los manuales universitarios y en la formulación de políticas económicas durante varias décadas.
La síntesis neoclásica también consolidó la idea de que el Estado debía desempeñar un papel activo en la economía, pero no desde el voluntarismo político, sino basándose en el análisis técnico y cuantitativo. Se fortaleció el consenso en torno a la utilización de políticas fiscales (gasto público, impuestos) y políticas monetarias (control de la oferta de dinero y las tasas de interés) como instrumentos fundamentales para amortiguar los efectos de los ciclos económicos y mantener la estabilidad.
Un aspecto clave de este período fue el desarrollo y la institucionalización de la estadística macroeconómica moderna. Los gobiernos comenzaron a recopilar de manera sistemática datos fundamentales para el análisis económico, como las cuentas nacionales, el producto interno bruto (PIB), las tasas de desempleo, los índices de precios y las estadísticas del comercio exterior. Esta disponibilidad de datos permitió aplicar de manera empírica los modelos desarrollados, verificar sus predicciones y ajustar las políticas públicas en consecuencia.
5. La revolución monetarista y el regreso del mercado (años 1970)
A pesar de la aparente estabilidad que ofrecía la síntesis neoclásica, los años 70 trajeron consigo una serie de fenómenos económicos que sacudieron las bases del pensamiento macroeconómico dominante. La estanflación, una situación en la que coexistían una inflación elevada y un estancamiento económico, puso en jaque los postulados keynesianos que sugerían que había una relación inversa entre inflación y desempleo (curva de Phillips). De pronto, los modelos tradicionales parecían incapaces de explicar lo que estaba ocurriendo en la economía real.
Fue en este escenario que emergió con fuerza la escuela monetarista, liderada por el influyente economista estadounidense Milton Friedman. En contraste con las ideas keynesianas, Friedman sostenía que el principal determinante de la inflación era el crecimiento excesivo de la oferta monetaria, y no la demanda agregada. En su visión, la inflación era, por definición, “siempre y en todo lugar un fenómeno monetario”.
Los monetaristas cuestionaron la eficacia de la política fiscal, argumentando que los intentos del Estado por estimular la economía mediante el gasto público o la reducción de impuestos generaban distorsiones e incertidumbre. Además, postulaban que dichas políticas tenían efectos temporales o nulos si los agentes económicos ajustaban sus comportamientos en función de expectativas informadas. (Historia de la macroeconomía)
En lugar de una política económica discrecional, el monetarismo propuso un enfoque basado en reglas claras, predecibles y estables. Por ejemplo, se promovía el crecimiento constante y moderado de la oferta monetaria como una forma de evitar shocks y mantener una inflación baja. En ese marco, el papel del banco central debía limitarse a garantizar la estabilidad de los precios, evitando intervenciones innecesarias que pudieran alterar el funcionamiento natural del mercado.
Las ideas monetaristas encontraron terreno fértil en un contexto político de creciente desconfianza hacia el gasto público y los déficits fiscales. Durante los años 80, los gobiernos de Ronald Reagan en Estados Unidos y Margaret Thatcher en el Reino Unido adoptaron muchas de las propuestas de Friedman, aplicando reformas estructurales, desregulación, privatizaciones y una fuerte restricción de la intervención estatal.
Este retorno a la confianza en los mecanismos del mercado fue acompañado por una narrativa que reivindicaba la eficiencia de los precios como señales, la racionalidad de los agentes y la necesidad de limitar la acción del Estado a un rol mínimo. El monetarismo no solo transformó la teoría económica, sino que tuvo un profundo impacto en la política pública, al orientar los marcos macroeconómicos de los principales países desarrollados hacia la estabilidad de precios y la disciplina fiscal.
6. Las expectativas racionales y la nueva macroeconomía clásica (años 1980): Historia de la macroeconomía
En la década de 1980, las bases teóricas de la macroeconomía sufrieron una transformación adicional, derivada tanto del auge del monetarismo como de las limitaciones que se identificaban en los modelos keynesianos tradicionales. De esta evolución surgió la nueva macroeconomía clásica, liderada por economistas como Robert Lucas y Thomas Sargent, quienes introdujeron de manera sistemática el concepto de expectativas racionales en el análisis macroeconómico.
El punto de partida de esta corriente fue una crítica frontal al uso de modelos que asumían que los agentes económicos eran pasivos o estaban mal informados. Según los nuevos teóricos, los individuos y las empresas no solo reaccionan a las políticas públicas, sino que anticipan sus efectos de manera racional, utilizando toda la información disponible. Este comportamiento, conocido como “expectativas racionales”, implicaba que muchas políticas económicas serían ineficaces si eran predecibles, ya que los agentes se ajustarían de antemano.
Por ejemplo, si un gobierno anunciaba una política de expansión fiscal para reducir el desempleo, los trabajadores y las empresas podrían anticipar que esta medida generaría inflación en el futuro, por lo que ajustarían sus precios y salarios inmediatamente. De este modo, los efectos reales de la política serían nulos, y solo se obtendría un aumento de precios sin impacto positivo sobre el empleo o la producción. (Historia de la macroeconomía)
A partir de estas ideas, la nueva macroeconomía clásica promovió un enfoque donde los mercados son eficientes, los precios se ajustan rápidamente, y el Estado debe limitar su intervención para no generar distorsiones. En este marco teórico, los desequilibrios macroeconómicos se explican como el resultado de cambios inesperados en las políticas económicas o de shocks exógenos, y no como fallos inherentes al funcionamiento del mercado.
Los modelos de esta escuela también incorporaron herramientas de microfundamentación, es decir, partieron del comportamiento individual de los agentes para construir explicaciones agregadas. Este enfoque, conocido como microfundamentación de la macroeconomía, se convirtió en uno de los pilares de la teoría económica contemporánea.
7. El retorno del pensamiento keynesiano: la nueva economía keynesiana (años 1990)
Como respuesta a las limitaciones de la nueva macroeconomía clásica, surgió la nueva economía keynesiana, que mantuvo la base analítica moderna (expectativas racionales, modelos dinámicos) pero reintrodujo imperfecciones de mercado como rigideces de precios y salarios, competencia imperfecta y costos de ajuste.
Economistas como Gregory Mankiw y David Romer argumentaron que, en presencia de estas rigideces, las políticas fiscales y monetarias sí pueden tener efectos reales, especialmente en el corto plazo.
Esta corriente permitió renovar el enfoque keynesiano con herramientas más sofisticadas, dando lugar a una macroeconomía más realista y empírica. La nueva economía keynesiana influyó en muchas de las políticas económicas adoptadas en los años 90 y principios del siglo XXI.
8. La crisis financiera global de 2008 y la macroeconomía contemporánea: Historia de la macroeconomía
La crisis financiera de 2008 marcó un nuevo hito en la historia de la macroeconomía. La quiebra de grandes bancos, el colapso del sistema financiero y la recesión global evidenciaron que los modelos dominantes no habían previsto ni comprendido adecuadamente los riesgos sistémicos.
Como respuesta, surgió una renovada atención a temas como la regulación financiera, la inestabilidad del crédito, el rol de los bancos centrales y la necesidad de políticas contracíclicas. Economistas como Paul Krugman y Joseph Stiglitz recuperaron el pensamiento keynesiano para proponer políticas de estímulo frente a la crisis.
Además, se fortaleció el uso de modelos DSGE (Dynamic Stochastic General Equilibrium), pero también se empezó a cuestionar su escasa capacidad para incorporar elementos como el sistema financiero, las burbujas o el comportamiento irracional.
Hoy en día, la macroeconomía es una disciplina en transformación. Se combinan enfoques cuantitativos con estudios de comportamiento, se debate el rol del Estado frente al mercado y se investiga cómo mejorar la estabilidad económica en un mundo globalizado y tecnológicamente cambiante.

Conclusión: Historia de la macroeconomía
La historia de la macroeconomía es la historia de cómo los seres humanos han intentado comprender y gestionar los grandes fenómenos económicos que afectan a las sociedades. Desde los pioneros clásicos hasta los pensadores contemporáneos, cada escuela, cada crisis y cada teoría ha dejado su huella en esta disciplina. Entender esta evolución no solo permite conocer mejor las herramientas disponibles para enfrentar los desafíos actuales, sino también valorar los aprendizajes acumulados. En un mundo donde la economía define buena parte de nuestra vida cotidiana, conocer la historia de la macroeconomía es fundamental para interpretar el presente y anticipar el futuro.
Preguntas frecuentes: Historia de la macroeconomía
1. ¿Cuándo nació la macroeconomía como disciplina independiente?
La macroeconomía se consolidó como campo autónomo en los años 1930, con la obra de John Maynard Keynes tras la Gran Depresión.
2. ¿Qué diferencia hay entre la escuela clásica y la keynesiana?: Historia de la macroeconomía
La escuela clásica cree que los mercados se autorregulan, mientras que la keynesiana sostiene que el Estado debe intervenir para estabilizar la economía.
3. ¿Cuál fue el impacto de la crisis del 2008 en la macroeconomía?
La crisis generó un replanteamiento de los modelos tradicionales y un renovado interés por políticas fiscales y monetarias expansivas.
4. ¿Qué aportó Milton Friedman a la macroeconomía?: Historia de la macroeconomía
Friedman lideró el monetarismo, enfatizando el control de la oferta monetaria y reduciendo el rol del Estado en la economía.
5. ¿Qué son las expectativas racionales en macroeconomía?
Es la idea de que los agentes económicos anticipan correctamente los efectos de las políticas, lo que puede limitar su efectividad.
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